La Panleucopenia Felina está causada por el Parvovirus
Felino; es una enfermedad vírica muy contagiosa que afecta principalmente a los
gatos jóvenes (3-5 meses), aunque también puede afectar a los gatos adultos
(raramente).
Este virus se replica en células en división, por lo que
afectará especialmente a la médula ósea, las células intestinales y a los
fetos, por lo que los gatos infectados presentarán diarrea sanguinolenta debido
al daño intestinal e inmunosupresión y disminución de los glóbulos rojos debido
al daño medular. También se ha visto que crece muy rápidamente en las células
renales.
El virus, aunque es bastante resistente a muchos
desinfectantes y antisépticos, es sensible a la lejía y, a temperaturas
superiores a 100°C, se destruye en un minuto.
El contagio se produce normalmente por contacto oro-nasal
con secreciones de gatos infectados, ya sean saliva, orina o heces,
especialmente al principio de la enfermedad. También está presente en sangre,
por lo que el virus puede transmitirse a través de la picadura de las pulgas.
Además, los gatos que han superado la enfermedad se
mantienen como portadores durante más de 6 meses, eliminando el virus en heces
y orina.
La enfermedad puede presentarse:
1 - De forma sobreaguda en los gatitos más jóvenes, de entre 3
y 10 semanas, cursando, generalmente, con muertes súbitas,
2 - De forma aguda entre los 3 meses y el año de edad y
3 - De forma subclínica en gatos mayores de 1 año.
Nuestro gato, en el caso de estar enfermo, presentará
fiebre, apatía, falta de apetito, secreción nasal y vómitos y diarrea con su
consecuente deshidratación. Los gatos no suelen mostrar síntomas de enfermedad
al inicio de las mismas, por lo que, cuando nos demos cuenta, probablemente ya
esté en un estadío bastante avanzado.
El tratamiento suele ser, al igual que el de la
Parvovirosis, sintomático; los gatitos menores de 8 semanas en raras ocasiones
sobreviven, mientras que los animales más mayores, si se tratan, pueden llegar
a salir adelante.
Los animales que pasan la enfermedad adquieren inmunidad
frente a la misma de por vida.
Por ello, al igual que en la enfermedad del Parvovirus canino, lo mejor es la prevención; los anticuerpos calostrales duran hasta las
8-12 semanas de vida.
Las vacunas, vivas atenuadas, se administran a las 8-10
semanas de vida y se revacunan a las 12-16 semanas.
De todos modos, se ha visto
que, tras la aparición de los anticuerpos calostrales, hay un periodo
refractario durante el cual algunos gatitos no responden a la vacunación, por
lo que, para obtener una eficacia del 100%, se recomienda poner la primera vacuna
a las 12 semanas. Nuestro veterinario nos indicará la mejor opción.
BIBLIOGRAFÍA
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