Una vez que el parásito ha penetrado en nuestra mascota y ésta no ha sido capaz de eliminarlo, se multiplicará en el interior de los macrófagos, convirtiéndose en una enfermedad sistémica que afectará a cualquier órgano o tejido, con la consecuente aparición de unos síntomas muy variables o bien, puede quedar en estrado latente, en el que el parásito se queda acantonado, siendo posible que la enfermedad no se presente nunca o que progrese.
Si tenemos la mala suerte de que nuestra mascota enferma, en un principio mostrará un cuadro bastante inespecífico como pérdida de peso, apatía o fiebre, además de presentar alteraciones cutáneas, sobre todo alopecias alrededor de los ojos y en las orejas e infartación (aumento de tamaño) de los ganglios. A medida que la enfermedad avanza, encontraremos síntomas más acusados como un agravamiento de las lesiones cutáneas y alteraciones oculares y nasales, además de síntomas muy variables como disfunción renal o gastroenteritis. También presentará polidipsia (aumenta en consumo de agua), ya que uno de los principales órganos afectados es el riñón y es muy común el crecimiento exagerado de las uñas (onicogrifosis).
En un estado terminal, observaremos que el cuadro se agrava alarmantemente, con emaciación e insuficiencia renal grave, además de ser muy susceptible a infecciones secundarias, ya que su sistema inmune es prácticamente afuncional.
El tratamiento de la Leishmaniasis es de por vida, ya que es una enfermedad crónica que nunca llega a curarse debido a que el parásito se encuentra dentro de las células y acantonado en bazo y médula ósea, ha desarrollado resistencia frente a algunos fármacos y, además del tratamiento, es necesaria una respuesta inmune correcta por parte del paciente que acompañe a la acción de los fármacos. Por lo tanto, debemos concienciarnos de que el tratamiento va a ser largo y caro, ya que, además del coste de los fármacos, tendremos que realizar revisiones periódicas; también debemos concienciarnos de que el tratamiento es solamente sintomático; es decir, se producirá una curación clínica pero el animal seguirá infectado, por lo que puede haber recaídas y será un reservorio del parásito.
Una de las preguntas más frecuentes e importantes es la de si podemos contraer nosotros la enfermedad al tener a nuestro animal parasitado; la Leishmaniasis sólo se transmite mediante la picadura del mosquito; nuestro perro, per se, no supone ningún problema para nosotros, por lo que no nos va a transmitir la enfermedad por convivir con él.
¿Cómo prevenir la enfermedad? La prevención es el "tratamiento" más efectivo; deberemos evitar el contacto con los flebotomos; es decir, procurar no pasear a nuestra mascota durante las horas de más actividad de los mismos, que son el anochecer y el amanecer, procurarle a nuestra mascota una zona de descanso en la que los flebotomos no puedan entrar (lo mejor es que duerma dentro de casa), colocar telas mosquiteras en ventanas y puertas (deben ser más densas que las mosquiteras normales porque los flebotomos son mucho más pequeños), utilizar repelentes de insectos y limpiar todas aquellas zonas en las que el insecto se pueda albergar y reproducir; a diferencia de los mosquitos, los flebotomos prefieren zonas secas como sótanos o escombros. También podemos recurrir a la ayuda de productos específicos para nuestros perros como pipetas o collares repelentes.
En el caso de viajar de una zona en la que el parásito aún no está muy extendido como es el caso de Galicia (aunque ya empieza a ser problemático) a una zona endémica, hay algunos productos, como el Leishguard que, correctamente aplicados, estimulan la correcta respuesta inmune de nuestra mascota, por lo que es recomendable que, antes de realizar un viaje a una zona endémica de Leishmania, hablemos con nuestro veterinario para que nos de las mejores recomendaciones.
Imágenes 1 y 2 extraídas de Google
ENLACES INTERESANTES
Preguntas frecuentes y sus respuestas en: http://www.clinicateckel.com/faqmosquito.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario