La primera entrada como tal me gustaría dedicarla al
reconocimiento general de un animal sano; los que tenemos mascotas en casa
reconocemos sus estados anímicos y notamos rápidamente los cambios en su
comportamiento, pero también podemos comprobar el estado de nuestra mascota
inspeccionando periódicamente algunos puntos de su fisiología.
El estado del pelaje: el cambio en la capa es
algo que llama rápidamente la atención; pero, en algunos casos, tomamos por
normal cosas que no lo son; el pelo de nuestra mascota debe ser suave y
brillante (excepto en las razas de pelo duro, que puede tender a áspero); un
pelo seco, sin brillo, quebradizo, extremadamente áspero, con caspa o con un
exceso de grasa nos indica un posible problema; por lo que, aunque nuestro
perro presente ese pelaje de forma normal, debemos comprobar que no existe una
enfermedad subyacente (por ejemplo, una seborrea seca). Además, comprobar la
piel y pelo de nuestra mascota con asiduidad nos permite encontrar a tiempo pulgas
y garrapatas y cuerpos extraños como espigas que pueden penetrar a la piel y
darnos un problema mayor en un futuro próximo.
Las orejas: las orejas deben estar limpias, sin
exceso de cera ni olores extraños; si nuestra mascota tiene el pelo largo, es
recomendable evitar que los pelos de la oreja se le introduzcan en el conducto,
ya que pueden dar lugar a otitis.
La trufa: la trufa debe estar humedecida la
mayor parte del tiempo, sin coloraciones anormales y sin cuartear. Tampoco
debería de tener ningún tipo de secreción. Una trufa caliente no es indicativo
de fiebre (tampoco las orejas).
Los ojos: los ojos de nuestras mascotas deben
estar limpios y sin un exceso de secreciones. Un aumento de la cantidad de
legañas puede indicar un problema.
Los ganglios: palpar los ganglios nos permite
saber si nuestra mascota está sufriendo un proceso infeccioso, bien sea a nivel
general, bien a nivel local; los ganglios más fácilmente palpables son los
mandibulares, los preescapulares y los poplíteos; esto no significa que le
tengamos que palpar los ganglios todos los días a nuestra mascota, pero si un
día lo notamos un poco raro, es interesante poder descartar un aumento de
tamaño de los mismos.
La temperatura: saber tomar la temperatura de nuestras
mascotas es un hábito recomendable, ya que nos puede servir para infinidad de
cosas; desde saber que tiene fiebre, hasta poder aproximarnos al parto. Para
tomar la temperatura correctamente hay que introducir bien el termómetro en el
recto, no tengáis miedo de hacerle daño, ya que, si sólo se introduce la
primera porción del termómetro, la lectura probablemente será errónea; el
termómetro debe ladearse para que contacte directamente con la mucosa y
obtengamos una lectura real, y con la cola hacia abajo para evitar variaciones
en la lectura debidas a la temperatura ambiente. Así, el rango de temperatura
es de entre 37.5 y 38.5°C para un perro grande y de entre 38 y 39°C para un
perro más pequeño.
El pulso: conocer el pulso de nuestro perro es interesante
para realizar seguimientos de tratamientos en cardiópatas o para detectar un
problema incipiente; el pulso se toma en la arteria femoral, que recorre la
cara interna del muslo; con la yema de dos dedos palparemos la arteria
y, como en humana, contaremos las pulsaciones en un minuto. Es interesante
tomar el pulso en las dos arterias a la vez para comprobar que el ritmo es
simultáneo.
La respiración: la respiración de nuestra mascota debe ser
silenciosa (a excepción de perros braquicefálicos (bóxer, bulldogs, carlinos, etc.)),
sin toses ni estornudos continuos. Es interesante también conocer el número de
respiraciones por minuto de nuestra mascota; lo mejor es contarlas cuando
nuestro perro o gato está tranquilo, durmiendo, para que no influyan otros
factores.
Bueno, esta es la primera
entrada; espero que os haya gustado y que os resultara útil =) para terminar el día de hoy, os dejo una foto de Leo, que ya se quiere ir a dormir jejeje
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